Sunday, March 25, 2007

Calladitos nos veíamos más bonitos.

Antes de la automatización, el fax, los teléfonos celulares e internet el telégrafo por medio de la clave Morse se sostenía en dos pilares fundamentales: EL SIGILO TELEGRAFICO Y EL LACONISMO.

En los textos de los telegramas se enteraba uno de toda clase de asuntos algunos de caracter privado que tenían que ver con amores secretos, negocios, citas etc.
Esto era particularmente delicado en los pueblos chicos en donde el telegrafista conocía a todo mundo, pero el sigilo telegráfico era como el secreto de confesión.

No es que hubiera una sanción específica para el que revelara el contenido de un mensaje, era cuestión de honestidad y ética profesional. En mis 32 años de telegrafista nunca supe de un caso de violación al sigilo telegráfico.

Bueno si. Ya me acordé de uno....

Don Chente Uribe Topete, mensajero en Ameca, antes de entregar el mensaje de felicitación por cumpleaños u onomástico llegaba felicitando al destinatario.
Pecata minuta digo yo. Peor hubiera sido si llega dando el pésame al entregar un aviso de fallecimiento.

El laconismo tenía sus bemoles.
El telegrama clásico se componía de diez palabras. Claro que se podían poner las que se quisiera. Las diez primeras costaban tres pesos y treinta centavos las excedentes si era ordinario. Si fuera urgente costaba el doble.

Para el servicio interno manejabamos palabras clave:
CAREA.Solicito autorización para reintegrar importe de giro no cobrado.
CAREO:Se autoriza reintegro.
SANIO:Desconocido en el domicilio anotado.
SANIE.No existe el número en la calle anotada.
NIÑOS:Domicilio continuamente cerrado.
CAPTO.Giro telégrafico con clave alterada.
SARDO:Se solicita cuota extra por estar el domicilio fuera del perímetro de reparto.
Etc.etc.etc.
Para nosotros familiarizados con las claves era común que las utilizáramos
en el trato diario pero se generaban situaciones chuscas cuando en un descuido se las soltábamos al usuario.

Llega un señor a reclamar un giro que según él ya debía habersele entregado.

--¡Ah! Si señor ya está aqui -Díjole la empleada de ventanilla- nada más que llegó CAPTO -- Y el reclamante se le queda viendo...

--¡¡Llegó QUEEEE????.

Otra:
--Señor no sabe si el lugar a donde vá su mensaje está dentro de la población, porque no aparece en nuestro libro--
--No señorita no sabría decirle....
--Es que si lo mando así después me pueden mandar de allá un SARDO y yo lo tengo que pagar--
--¡¡¡Un sardo??!! No, que barbaridad. No señorita, cobreme, cobreme lo que sea. No faltaba más.

El hombre pensó y con razón que le iban a mandar a la compañera un soldado a cobrarle el peso que faltaba.

Don Isra..