Tuesday, August 16, 2005

La famosa campana.

En Coalcomán Michoacán allá por el año de 1981 en todos los lugares públicos había una cajita de madera laqueada con una ranura y una leyenda que decía: "PARA LA CAMPANA".
Resulta que años atrás un cura había hecho una colecta para comprar una campana de la Iglesia. Se mandó hacer, se trajo, se instaló y se estrenó un domingo con sonoros repiques, verbena popular, castillos de fuegos pirotécnicos, serenata y toda esa cosa que se usa en los pueblos de gente sencilla y creyente. Todo iba perfecto.
Las beatas se estremecían de fervor y corrían presurosas a su llamado. Las Hijas de María, las de la Vela Perpetua, las damas de San Vicente de Paul, las Adoratrices, los de la Adoración Nocturna ; todas estas almas piadosas estaban orgullosos de haber contribuído para que aquel canto metálico mañanero inundara el espacio provinciano e hiciera volar a las palomas sobre la placita.
Pero andale que un buen día por inescrutables motivos (como son los designios del Señor) mandaron al cura a otra parroquia, movimiento que seguramente no fué de su completo agrado, porque aprovechando (decían) la soledad y oscuridad de la noche, quién sabe como y valiéndose de qué desmontó y bajó el sonoro artefacto y se largó con su música a otra parte.
En la mañana de otro día las beatas rosario en mano y atrás de la puerta de sus casas, esperaron en vano la invitación a misa. A los santos varones se les enfrió el jarro de café en las manos y el tañido de la campana nunca llegó. Las palomas inmóviles defecaron copiosamente en las bancas del parquecillo.
Los primeros culpados (además por supuesto, del Cura) fueron los Adoradores Nocturnos. ¿Pero como señor? ¿Como iba a ser posible que estando velando con los brazos en cruz, no oyeran ni se dieran cuenta de la sanfrancia con la bajada de la campana? ¿Como?.
Se dijo entonces que ni velaban, ni rezaban ni adoraban, ni nada. Se la pasaban durmiendo en las bancas; argumento que se vió reforzado porque el sacristán se encontró debajo de un candelero un jarrito con olor a bebida espirituosa. Solo Dios sabe.
¡¡Ah!! Pero a la nueva campana no le iba a pasar lo mismo. No señor. Esta iba a est ar encomendada nada menos que al arcángel San Miguelito. Ese que con tremendo espadón se la pasa aporreando al chamuco.

Amén.

Don Isra..

1 comment:

*preciosa* said...
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